LA VIDA HECHA A MANO
Me gusta la gente que sabe que la vida se crea a mano, cuidadosamente, con detalle. La que selecciona cada instante, de uno por uno, como ingredientes. Que sabe, que cada persona con la que desea compartir, es la sal o el azafrán de sus historias.
Me gustan aquellos, que exploran el espacio en el que prefieren dar vida a sus relatos, precisan la intensidad del fuego que necesitan, o la frialdad del lugar que están dispuestos a ocupar. Se aclaran la garganta para dar ritmo a sus palabras y delimitan las que están dispuestos a escuchar.
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Me gustan aquellos, que exploran el espacio en el que prefieren dar vida a sus relatos, precisan la intensidad del fuego que necesitan, o la frialdad del lugar que están dispuestos a ocupar. Se aclaran la garganta para dar ritmo a sus palabras y delimitan las que están dispuestos a escuchar.
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Me gustan los que saben que todo se elige, desde el color del hilo, hasta el olor de la madera; porque la luz, los compañeros de camino, las piedras, las flores del jardín, todo, todo se elige.
Me apenan las vidas de catálogo, las de manual, las bordadas en serie, las que parecen comida rápida; sin sabor, sin esencia, sin cariño al prepararse, que solo existen para ser consumidas por otros, para llenar un estomago y saciar la ansiedad. Esas que no nutren y más parecen hamburguesas del payaso que personas.
Me gusta la gente que se sienta a escuchar; a charlar sobre la realidad a hilvanar, la receta de antojo, el lugar de la mesa, el menú personal. La gente con sabor, que se ha tomado el tiempo de decidir si se cocina al horno de leña o en estufa eléctrica. Me gusta la gente hecha mano.
Me gustan los que saben que todo se elige, desde el color del hilo, hasta el olor de la madera; porque la luz, los compañeros de camino, las piedras, las flores del jardín, todo, todo se elige.
Me apenan las vidas de catálogo, las de manual, las bordadas en serie, las que parecen comida rápida; sin sabor, sin esencia, sin cariño al prepararse, que solo existen para ser consumidas por otros, para llenar un estomago y saciar la ansiedad. Esas que no nutren y más parecen hamburguesas del payaso que personas.
Me gusta la gente que se sienta a escuchar; a charlar sobre la realidad a hilvanar, la receta de antojo, el lugar de la mesa, el menú personal. La gente con sabor, que se ha tomado el tiempo de decidir si se cocina al horno de leña o en estufa eléctrica. Me gusta la gente hecha mano.